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El creador de los edificios imposibles

De niño pasaba gran parte de su tiempo jugando a diseñar ciudades imaginarias. Sus obras muestran una 'versión onírica de la realidad' que invita a fantasear. Inmuebles que se doblan, balcones toboganes, construcciones que ondean. Todas estas composiciones virtuales (imágenes) se basan en paisajes reales. Victor Enrich, artista con estudios de Arquitectura.

 

Víctor Enrich es un arquitecto catalán nacido en 1976. Mientras estudiaba se dio cuenta de que la arquitectura posee una serie de limitaciones, sobre todo desde el punto de vista estructural.

Por ello se enfocó en la fotografía y en el diseño asistido por computadora para crear una particular visión sobre la arquitectura y cómo hacerla más libre y lúdica.

Enrich ha vivido en ciudades como Riga, Munich y Tel Aviv, de donde ha tomado edificios para transformarlos y deconstruirlos, primero por medio de la fotografía y luego usando diferentes programas para crear nuevas imágenes, algunas imposibles pero no por ello menos llamativas y originales.

Estas obras, mitad realidad mitad ficción, están realizadas con 3D Studio MAX y Photosop, aunque, como añade Enrich, «la herramienta principal son mis ojos, sin los cuales sería imposible hacer lo que hago».

«Tras los ojos, están mis manos y el ordenador, convertido en una extensión de ellas. Para realizarlas no necesito más que un metro cuadrado de mesa, una conexión a internet, y silencio y quietud en mi entorno directo», cuenta.

«Debo admitir, que por mi edad soy un poco anticuado en cuanto a selección de programas. Uso principalmente AutoCAD y 3D Studio MAX ya que me siento cómodo con ellos; me se todos los atajos y puedo trabajar rápido. Como artista gráfico debo decir que 3D Studio Max cambió mi vida, gracias a su sistema de manejo de iluminación y su facilidad para jugar con formas extrañas ya que todos sabemos que AutoCAD tiene sus limitantes por haber nacido como programa de dibujo en 2D.»

Cuando era niño, Victor Enrich pasaba la mayor parte del tiempo jugando a diseñar ciudades imaginarias.

«Al principio, sólo se trataba de montar piezas de Lego y mover cochecitos a escala, pero poco a poco se fue convirtiendo en una obsesión», cuenta en una entrevista este artista catalán. Ya a los 10 años diseñaba ciudades a escala sobre hojas de papel A4 que se montaban unas con otras cubriendo todo el suelo de su casa.

Las obras de Victor Enrich muestran una «versión onírica de la realidad» -como él mismo la define-, que invita a fantasear entre la arquitectura real y el sueño de las estructuras imposibles.

Edificios que se doblan como acordeones, escaleras de incendio que se elevan hacia el horizonte, balcones convertidos en toboganes y construcciones que ondean sus vigas al viento.

Todas estas composiciones virtuales se basan en paisajes reales que Enrich fotografía en sus largos paseos por las ciudades de todo el mundo, «sin rumbo y sin límite temporal».

«Habré recorrido ya kilómetros y kilómetros así. A lo largo de esos ‘paseos’, observo la ciudad en la que me encuentro, su forma, sus rincones, sus lugares a priori olvidados por la gente».

Los trabajos de este catalán, casi desconocido en España, triunfan principalmente en Israel, donde y ha hecho varias exposiciones.

«Durante los dos últimos años he vivido en Tel Aviv, de ahí que sea la ciudad más presente en mis trabajos».

Aunque estudió arquitectura en Barcelona, no se considera arquitecto. Diseñar bajo la influencia de la función era una barrera para su mente creativa y decidió sumergirse en el mundo de las formas.

«Mi obra sólo se centra en la combinación de la luz, el color, la perspectiva, el punto de vista, etc.»

Además de su faceta soñadora, se dedica a impartir clases «a quien le interese». En este sentido, aspira a poder acceder como profesor de artes visuales en alguna buena academia -«aquí o en China»-.

En estos momentos, y por los próximos meses, trabaja con imágenes sobre la Ciudad Condal y alrededores.

En gran medida, apunta, «se trata de un agotador ejercicio de técnica en el que el único límite es el tiempo y la paciencia dedicados a representar cada esquina de la obra».

Los objetos que aparecen en sus ‘fotografías’ aún pareciendo reales, no lo son.

«Difícilmente estos edificios puedan existir, ya que perderían por completo su función arquitectónica», afirma.

De este modo, puede diseñar rascacielos que se flexionan para mostrarnos sus entrañas, edificios con cuernos o carreteras que abruptamente cambian su rumbo horizontal y nos conducen hacia el cielo.

«Cuando escojo una ciudad sobre la que quiero trabajar, sólo necesito encontrar una vivienda que reúna dichas condiciones. El mito del ‘estudio del pintor’ creo que es algo para otras generaciones de artistas o para personas centradas más en su imagen», explica el catalán, que invierte más de un mes en cada proyecto. Proyectos que pueden adquirirse a través en su web.

«Me ha llevado mucho tiempo y dudas dotarlas de un precio asequible y lo más justo posible. No espero vivir de mi arte, eso sería muy egoísta. Preferiría que fuera el público el que viviera de mi arte», confiesa Enrich.

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