¿Por qué comenzaron los cristianos hace 1.000 años a construir catedrales que se elevan hasta el cielo? ¿Querían demostrar su poder o estar cerca de Dios? En cualquier caso, la arquitectura sigue despertando fascinación hasta la actualidad.
El románico sigue siendo una época llena de misterios sin resolver. ¿Qué llevó a que la gente en el cambio de milenio construyera iglesias que se alzaban hacia el cielo, tan poderosas como castillos para Dios, y a que se desencadenara una carrera por las dimensiones y el esplendor de las catedrales?
El ejemplo de las catedrales de Maguncia, Worms y Espira ilustra la fascinación por estas construcciones. En la Iglesia de San Juan de Maguncia se abre un sarcófago que ha permanecido cerrado durante 1.000 años. En él descansa el arzobispo Erkanbald. Mandó construir la catedral de Maguncia, el mayor edificio eclesiástico de Occidente en aquella época, porque Maguncia iba a convertirse en una segunda Roma con este edificio emblemático, y su arzobispo iba a ser el representante del Papa. Poco después, el emperador Conrado diseñó en Speyer una catedral con el fin de crear un lugar de entierro para la familia de los salios, cuyas dimensiones correspondiesen a la afirmación de que Dios mismo habría establecido a la dinastía salia como familia imperial y gobernantes supremos del mundo.
El conflicto con las ambiciones del clero era inevitable. En Worms, por su parte, se estableció en el siglo XII otro actor del poder: la burguesía emergente. Comienza una nueva era en la que la rígida estructura de poder del románico, que también se reflejaba en sus enormes edificios, se desmoronó poco a poco y dejó espacio a un estilo arquitectónico que rendía homenaje a la apertura y la luz: el gótico.
La basílica de Saint Denis, cerca de París, se consagró en 1144 y causó gran admiración. Luz, cristal, arcos ojivales y bóvedas de crucería sirvieron de estímulo a toda una época para crear catedrales cada vez más grandes y luminosas: el gótico.
«¡Hágase la luz!» – este es el mensaje que emana de la basílica de Saint Denis. El principio de la construcción gótica impulsó a los arquitectos medievales a realizar obras cada vez más atrevidas. Los espacios debían estar cada vez más inundados de luz, elevándose cada vez más hacia el cielo. En los próximos cien años, se construirán más de 20 grandes iglesias góticas en la región en torno a París. En el transcurso de una generación este estilo se extiende a regiones más distantes.
En Friburgo, Estrasburgo y Ulm se construyen las iglesias más grandes de aquel entonces: una auténtica competición de catedrales. Pero no solo la nobleza y los obispos descubren en estos edificios magníficas oportunidades ideales para aumentar su reputación y la exhibición de su poder, también lo hizo un grupo social que apenas se había tenido en cuenta hasta el siglo XII: la burguesía.